No sabían lo que era un ácido y
una base hasta hace poco más de dos semanas. La palabra ácido la habían oído en química desde luego, no en vano llevan
formulando unos pocos años, aunque, poco más supieron contestar. La palabra base, sin embargo, la tienen muy bien
asociada a “mates” “triples”….
Si empiezas una clase pidiendo
que nombren los “ácidos” y “bases” que tienen en casa, destierras la
indiferencia de momento. Ante palabras desconocidas, científicamente hablando,
todos tienden (y hemos tendido) a pensar, que eso solo puede estar en un
laboratorio, por lo que sus miradas delatan curiosidad: ¿de verdad que yo tengo
algo de eso en casa?
Avanza muy poco el tema, hasta que aparece
el concepto de “pH”. Entonces, asociar palabras empieza a ser un juego de niños, pero este
juego en mentes despiertas puede provocar una auténtica adicción. Si ahora dirigimos
hábilmente el proceso hasta que terminen chocando con los famosos anuncios de
TV (champús de pH neutro), hemos provocado una curiosidad difícil de controlar.
El acto final es tan simple como
motivador: unos pequeños trozos de papel de tornasol cambiando de color al
contacto con diferentes sustancias.
“¿A alguien le apetece
investigar?” Impresionantes palabras mágicas.
Unas tiras de papel indicador de
pH en manos de mis pequeñas promesas científicas puede sorprender al más riguroso
investigador.
Repetimos: Decidme “ácidos” y “bases”
que tengáis en casa. Estas son, solo algunas de las respuestas.
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